Desde la concepción que propone el modelo social -surgido alrededor de la década del 70- la discapacidad es un modo de opresión y un efecto/consecuencia de una sociedad que impone barreras difícilmente articulables con formas singulares de transitar la vida para una persona que cursa un déficit en algún u otra área. Es decir, la discapacidad, a partir de este modelo, ya no es vista como un problema de índole individual sino como algo en relación con otro. La discapacidad, asi entendida, es relacional; interactiva.
Este modelo, profundamente liberador, se contrapone al modelo médico en varios aspectos:
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1. En la imagen del extremo izquierdo de la filmina se puede ver a una persona en silla de ruedas impedida por una barrera de tipo arquitectónica de llegar a un premio.
En extremo derecho de la imagen la barrera ha caído –se ha transformado- por lo cual se ha construido accesibilidad de tipo arquitectónica, entendida cómo “ausencia de barreras ambientales, físicas, en las residencias, edificios, espacios urbanos, equipamientos urbanos, medio de transporte individual o colectivo”[1], y la persona está en condiciones de poder acceder al premio.
Luego, en el texto adjunto en la imagen podemos dar cuenta como un modelo se contrapone al otro en distintas formas -no agotables en el texto-.
En el modelo médico se parte de un principio esencialista, lineal y simplista: “Al legitimar que el problema de la discapacidad reside únicamente en el déficit corporal a rehabilitar, la sociedad se desresponsabiliza del papel nodal que posee en la exclusión de las personas con discapacidad. Desde el modelo social se considera que si bien la rehabilitación es importante en la discapacidad, es un error pensar que el problema de la discapacidad se reduce al ámbito de la salud.” [2]Decimos entonces que el modelo médico tiende a reducir un problema de índole social, relacional y también biológica, a sólo una de sus partes.
Es una mirada esencialista que reduce factores complejos –dinámicas entrópicas- heterogéneas, a factores simples susceptibles de ser estudiados y descompuestos.
El modelo social al salir de esta perspectiva individualista, influye no sólo en el campo de lo político/social sino también en disciplinas tales como psicología, psicomotricidad, psicopedagogía, terapia ocupacional, etc. Se trata de colectivizar y politizar los procesos terapéuticos. No agregar más terapias a las ya posiblemente suficientes, sino espacios de encuentros o libertades para el colectivo, y no para un individuo para individualizarlo más todavía y aislarlo en una serie de terapias de consultorio: “(…) la mercantilización y la sobreasistencia. (…) intervenciones sobre un sujeto aislado de otros sectores de la población. En un primer análisis surge de inmediato la cuestión económica. La prestación como mercancía casi ilimitada - tal vez el único límite lo constituya el tiempo real que una persona puede estar sometida a prestaciones y tratamientos – se conjuga con una concepción cuantitativa de la intervención externa “a más horas de tratamiento, más avances” que es habitual en las prácticas de rehabilitación” [3]
En este artículo tomamos como eje la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y la fomentaremos en nuestra fundación. En particular haremos referencia al Artículo 8 el cual propone: “Sensibilizar a la sociedad, incluso a nivel familiar, para que tome mayor conciencia respecto de las personas con discapacidad y fomentar el respeto de los derechos y la dignidad de esta personas.”; “promover percepciones positivas y una mayor conciencia social respecto de las personas con discapacidad”; “promover el reconocimiento de las capacidades, los méritos y las habilidades de las personas con discapacidad y de sus aportaciones en relación con el lugar de trabajo y el mercado laboral”.
CONCLUSIONES
Si bien el modelo social está teniendo una gran divulgación en la actualidad –y este articulo tiene esto como fin- es necesario que las ideas presentadas de forma discursiva se transformen en acciones, es decir, que se hagan cuerpo, que tomen el cuerpo. Ser afectados y dejarnos afectar por las discapacidades. “Todavía conservamos en nuestras prácticas y discursos una idea de la discapacidad asociada a un ‘problema individual’, circunscripta al cuerpo, a lo biológico, tal como lo plantea el modelo rehabilitador con la idea de tragedia personal. Pensar la discapacidad como una construcción social es una tarea difícil porque supone desnaturalizar nuestros conceptos y pensarlos como productos de procesos sociohistóricos. En este sentido, hablamos particularmente de procesos complejos en los que las distintas sociedades organizan sus relaciones de acuerdo al establecimiento de clasificaciones del mundo, de las personas y las cosas, incluyendo sentidos morales, políticos y culturales.” [4]
Nuestra propuesta es un proyecto deconstructivo.
[1] Manual sobre Desarrollo Inclusivo para los Medios y Profesionales de la Comuniación. Ed. WVA. 2005.
[2] Usos, posibilidades y dificultades del modelo social de la discapacidad. . Ed. Univ. de los Lagos. Ferrante, C. 2014.
[3] Campero,García, Heredia & Rusler (2020).Impacto de las leyes de discapacidad: asistencialismo y sobreprotección, medicalización y sobreasistencia. Materia Políticas Públicas, Accesibilidad y Marco Normativo. En Capacitación Universitaria Extracurricular La discapacidad como categoría social y política. Sholem y Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
[4]Definiciones en la arena de confusiones conceptuales, Materia Aproximaciones a la
discapacidad: categorías confusas en contexto. En Capacitación Universitaria Extracurricular La discapacidad como
categoría social y política. Sholem y Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
Lic. En Psicología Gabriel Ainciart.
Maestrando en Problemas y Patologías del Desvalimiento.
Diplomado en Discapacidad como Categoría Social y Política.
Experto Universitario en Trastornos del Espectro Autista
Presidente de Fundación FLEDNI.